Atraviesa senderos llenos de espinas donde la confianza ha sido erradicada, realmente sólo se siente seguro en lugares así desde que leyó las grandes mentiras de la vida una noche sin Luna.
La entropía andante se aleja en el horizonte. Su figura, confusa como su vida se esfuma, efímera como la máxima que rige su destino.
No queda rastro alguno, sus huellas son borradas por el viento pero no su olor, su esencia impregnada en cada alma que alguna vez se ha cruzado en su devenir insomne. Los recuerdos le asaltan, su deseo también y alarga en vano su mano buscando unos labios cálidos donde perderse y recordar su condición terrenal.
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